A Maje, la amazona indómita.
Respirar libertad, es alto precio.
Mas no para alma noble sin cabo.
Surcas la rutina y huyes del guayabo
acosador con la ingenuidad del recio
infante que habita en tí; sin aprecio
al mundano redil, sin menoscabo
del orko que cierra endecasílabo
y agoniza en la borda del pecio
inaccesible de la inmortalidad
del Hades; ave Fénix palidece
como pupila de la temeridad
de su maestra Maje, que enardece
de sus cenizas con la serenidad
de la diosa Maat cuando amanece.
Por Carlos Mendoza