Einstein y Mozart

“La música es el único camino a lo trascendente”

“Si el emperador me quiere, que me pague, pues con sólo el honor de estar con él no me alcanza”

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

“No sé las armas que se utilizarán en la III Guerra mundial pero sí en la IV… Piedras y palos”

“En la música de Mozart encuentro lo que busco en la Ciencia: Sencillez, Belleza y Perfección”.

Albert Einstein (1879-1955)

El 5 de diciembre, es un día de efeméride, en el sentido de que fue en la madrugada de ese día, cuando falleció uno de los más grandes compositores paridos por la Humanidad. Sí, Wolfgang Amadeus Mozart. A veces se hace necesario poner el nombre completo pues su padre también fue un músico y compositor llamado Leopoldo Mozart, no tan célebre ni tan trascendental para la historia de la música como su hijo, aunque fue esencial para su formación. Mozart se puede considerar como el primer compositor o músico profesional, en el sentido que quizás fuera el primero que luchó por la libertad de no trabajar dentro de la esclavitud artística bajo el protectorado de un príncipe o de la Iglesia, como le ocurriría en Salzburgo con las desagradables experiencias con el arzobispo Colloredo.  A partir de instalarse en Viena con su mujer Constanza Weber, vivió de las clases, de sus encargos, composiciones y estrenos.

Por Pedro Pérez Blanes

Un compositor fallecido a los 35 años, probablemente por una insuficiencia renal debida a una glomerulonefritis estreptocócica. Es decir, una fuerte infección bacteriana que le afectó al funcionamiento renal y que hizo que muriera totalmente hinchado y con una retención masiva de líquidos. En una Viena de finales del siglo XVIII, en que las estadísticas de mortandad de la época en ese periodo, atribuían la esperanza de vida de los hombres en los 45 años.

Hay varios críticos de música, uno de ellos célebre por su particular erudición y pasión por la música de este compositor, que es José Luís Téllez. Téllez lo considera como el primer compositor romántico. De la misma opinión es el que escribe estas líneas. Se puede encontrar entre sus páginas las más bellas y sencillas melodías inmortales como por ejemplo el primer movimiento de la Pequeña serenata nocturna en Sol mayor KV 525; el segundo movimiento del concierto para piano nº21 en Do mayor, KV 467, o el primer movimiento de la sinfonía número 40 en Sol menor KV  550. Dentro de la música vocal, su célebre Requiem en re menor KV 626, o apartados memorables de la inacabada gran misa en Do menor KV  427, como “Et incarnatus est”. Sin contar inmortales arias para soprano, tenor, bajo, barítono, dúos, tercetos, cuartetos, etc, de sus inmortales óperas. Destacando entre ellas, el aria “porgi amor” de las Bodas de Fígaro, en cuya interpretación se dio a conocer en 1975, una de las más excelsas sopranos de la historia de origen mahorí, Kiri Te Kanawa. 

Con relación a su música romántica, baste como indicio de la naturaleza de su música romántica, la transcripción que hizo para sí Beethoven de dos de sus obras instrumentales.   El concierto para piano en re menor KV 466, cuyas cadencias interpretadas de este concierto son por tradición las compuestas por el propio Beethoven, y la menos conocida obra, en la que utilizó la recién descubierta entonces forma musical de la fuga del gran maestro de Leipzig, Johann Sebastian Bach; se trata del Adagio y Fuga para cuerda en Do menor KV 546.

Pero la relación de Albert Einstein con Mozart, aparte de la cita del encabezamiento del presente escrito, es que a Einstein, (el premio nobel de Física autor de la célebre fórmula que relaciona la energía con la masa y la constante de la velocidad de la luz), le apasionaba la música y era un excelente intérprete de violín y de la música de Mozart. La biografía de Einstein, se hace casi necesario leerla, al menos para saber de sus cientos de citas, qué frases son verdaderas y cuáles sólo atribuidas. Y es que en el fondo, las cosas prodigiosas y únicas que ofrece la naturaleza, las más bellas, son a la vez las más sencillas y las más perfectas, como las fórmulas de Einstein y la música de Mozart. Es el hombre como especie singular del planeta tierra, el que tiene la facilidad de complicar su sencilla e intrascendente existencia dentro del inabarcable Universo. Quizás debido a los pecados capitales de la soberbia, la codicia, el egoísmo y la vanidad. Pecados inexistentes en otras especies salvo en la humana, dentro del delicado, bello y sencillo ecosistema de la Naturaleza, que nos hemos empeñado en destruir.

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