De Amarna aventajada pupila,
luz de Atón, azul flor de loto.
Tu sonrisa eclipsa y cerca el coto,
del “no puedo”, infame coletilla.
Natural y voluptuosa enfilas
un sendero panteísta, roto
por los jirones de un caos remoto,
con el infranqueable tesón de Atila.
Esencia de Nefertiti, presente
en un rincón costero, y encarnada
por las costuras de tu silente
y aterciopelada alma, que amada,
palpita por una nueva y sonriente
vida perfumada en tierra mojada.
Por Carlos Mendoza