Climate change is coming to stay

“La realidad suprema de nuestro planeta es su vulnerabilidad”.

John F. Kennedy (1917-1963)

¿Qué lucha contra el cambio climático se puede exigir a una población que vive en la pobreza más extrema, y con desnutrición grave, en muchos de los países de África?, donde el objetivo más inmediato es qué llevarse a la boca cada día.

Por Pedro Pérez Blanes. Abogado


La mayor parte de esa pobreza (como así ocurrió siglos atrás en el continente americano), trae causa en el desplazamiento de etnias que desde hace miles de años vivían en sus tierras dentro de su hábitat natural, y donde también vivían sus ancestros, más allá de donde pueda perderse la memoria. Desplazamiento provocado para que los recursos naturales, la minería y la explotación de maderas y otros recursos que le pertenecieron durante generaciones por derecho propio, vaya a parar manos de compañías mercantiles que cotizan en las primeras bolsas del globo. 

¿Qué lucha contra el cambio climático se puede hacer contra los intereses de compañías instaladas que buscan el beneficio a corto y el rédito inmediato? ¿Qué lucha contra el cambio climático se puede hacer dentro de un entorno de miles de millones de criaturas de Asia, que están descubriendo como algo novedoso la utilización del automóvil, privado durante décadas donde sólo podían permitirse desplazarse en bicicleta o en el mejor de los casos en un modesto ciclomotor?.

¿Qué lucha contra el cambio climático puede iniciarse, si ya sus efectos inmediatos son inevitables? 

La respuesta no está en el viento, sino en la concienciación a nivel mundial. Invertir en educación medioambiental para sobrevivir. En campañas internacionales de concienciación. Este planeta es único, no hay un planeta B, como sagazmente reza el último eslogan.  La atmósfera no tiene fronteras (el mar tampoco aunque de forma artificiosa se inventen las aguas jurisdiccionales), respiramos el mismo aire común (más o menos contaminado según las zonas) en cualquier parte del mundo. Afortunadamente, el hombre no tiene la capacidad de cobrar impuestos por ello (al menos todavía).

Los recursos naturales básicos no pertenecen sólo a la especie humana por haber conquistado la cima de la pirámide de la evolución, sino a todas las especies que habitan la tierra. La riqueza en la biodiversidad y en un planeta sano, es esencial para el desarrollo humano de generaciones futuras. Mientras existan prioridades más inmediatas en millones de personas para sobrevivir en el día a día, el cambio climático, lamentablemente, será el seguro acompañante de nuestros hijos y nietos, que echando la vista atrás bien entrado el siglo XXII, nos reprocharán cómo pudimos ser tan burros y salvajes con la naturaleza.

Hemos vivido en las dos últimas décadas vientos huracanados superiores a los 200 km por hora en la península ibérica (algo impensable hace 40 años).  He vivido una granizada con bolas de hielo superiores en tamaño a las pelotas de tenis, allá por septiembre de 2007. Hemos visto Maremotos que se han cobrado más de 200.000 vidas; y esto no ha hecho más que empezar. 

Sólo cuando estos fenómenos naturales se conviertan en entes rutinarios devastadores de almas humanas por cientos de miles, habrá un serio empeño en la solución al problema ya irreversible. Eso sí, en formato nuevo modelo de negocio para beneficiar como siempre, a unos pocos privilegiados.

 

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