Fin de la transición

El reentierro de Franco, el procés y la magnitud de las consecuencias de la crisis evidencian el fin de una era, la Transición, que está finalizando ahora y no en 1978.

Por Félix Gil. Periodista

Los consensos con el franquismo, con las sociedades que constituyen España y entre las clases sociales se han agotado.

Camuflados todo este tiempo en el PP, los franquistas tienen hoy su partido ( Vox ), el régimen autonómico, dinamitado por el PP y un Constitucional a su medida, quedó atrás en Cataluña e, igualmente, el pacto social entre el capital y el trabajo ha sido abandonado por los capitalistas, dejando a dos millones de ciudadanos en la estacada.

En cada una de estas esferas, la política, la social y la económica, tenemos que alcanzar nuevos consensos o España, un conjunto de las sociedades más avanzadas y felices del mundo, con territorios y obras humanas que justifican que cada año vengan más de ochenta millones de extranjeros a visitarnos, echará a perder tan privilegiada situación.

El CAMBIO POLÍTICO

La forma de Estado, puesta en peligro por ciertas actividades económicas y sociales del Rey Emérito, se encuentra hoy suficientemente anclada, salvo en Cataluña, donde de igual manera encontramos el mayor divorcio social de España.

Hacer frente a la situación catalana puede por ello, ser una oportunidad, precisamente porque en esa comunidad reside uno de los sectores del capital hoy más interesado en dar una salida al conflicto.

Desde esos sectores del capital catalán se ha reclamado la República, por Artur Más primero y luego por Puigdemont, para responder a las reclamaciones económicas de quienes dependen del estado de bienestar en Cataluña, siendo secundados por Esquerra Republicana, en un movimiento en el que las reclamaciones económicas se han desdibujado en pos de las políticas, triunfando así lo republicano sobre lo económico. Un movimiento con antecedentes, como la quema de iglesias, efectuado hace ochenta años con la misma finalidad de desviar la presión de las reclamaciones económicas a sujetos abstractos,  entonces la Iglesia y ahora la Corona.

Para conseguir ese acto de prestigitación que ha seducido a millones de catalanes, Más y Puigdemont tenían un conejo para distraer llamado España, causante de todos los males que les aquejan, pese a disponer de un gobierno propio con capacidad de recaudar y gestionar los gastos desde hace más de cuarenta años.

República y depredador unidos por la propaganda propia, controlada desde TV3, llevaron el procés hasta su agotamiento tras el choque con la realidad que la sentencia judicial concluye.

Es la hora, por tanto de encontrar nuevos consensos, entre los millones de ciudadanos seducidos primero y engañados después por unos dirigentes ajenos a la realidad de que la independencia no es un acto de voluntad del que la desea, sino que exige el acuerdo o al menos la no oposición de quien se independiza, lo que no es el caso de Cataluña y el resto de España.

El CAFÉ PARA TODOS HABRÁ QUE DESCAFEINARLO

El modelo que el franquismo diseñó y los demócratas aceptaron era mentira: vascos y navarros gozaron desde el principio de privilegios económicos y fiscales, que siguen vigentes.

Por ello, tratar el caso catalán sin partir de la base que en España no existe un único modelo de sociedad, es negar la realidad.

Los fueros navarros o el concierto vasco son realidades, como la fiscalidad de Madrid, que se proyectan no solo en esos territorios sino hacia el resto de España.

La Constitución ha de ser modificada para atender al desarrollo que 40 años de autogobierno ha supuesto en cada una de las nacionalidades históricas o adquiridas, como Andalucía, Valencia y Baleares.

Se acabó el café para todos. Ahora hay quien lo quiere descafeinado, doble, etc.

MODELOS DISPONIBLES

Descartado el franquista de volver a la España invertebrada que solo Vox reclama, existen al menos tres modelos disponibles: el federal, el consociativismo ( ver Instituto Elcano ) y el confederal.

Para que alguno de estos modelos se abra camino ha de conseguir el acuerdo de los territorios y sus fuerzas políticas, cuestión ésta última que el 11/11 conoceremos.

Y, para empezar, afortunadamente, la sentencia del procés, ha venido a dejar claras algunas cuestiones:

1.- El PP ( Rajoy), el Juez Llaneras, la Sala Segunda del TS y el TC sobreactuaron. La sentencia borra el delito de rebelión, lo que ya habían descontado los tribunales belgas y alemán. 

2.- La prisión sufrida por los dirigentes catalanes ha resultado indebida, por cuanto el delito por el que se les mantuvo en prisión provisional ha resultado inexistente.

En síntesis, las dos partes enfrentadas, El Estado y los independentistas catalanes, tienen razones para estar parcialmente satisfechos, unos por haber controlado un movimiento secesionista y condenar a sus responsables y otros por haber sufrido una pena parcialmente indebida, ya que debían haber permanecido en libertad condicional hasta hoy, fecha a partir de la cual tendrían que entrar en prisión y no antes.

Es por ello un buen momento para que ambas partes y quienes permanecemos como espectadores tomemos la decisión de buscar soluciones.

En primer lugar, se ha de exigir al capital catalán que impulsó el procés que ofrezca soluciones para los ciudadanos catalanes, que acabe con la mentira de la existencia de un depredador responsable de las carencias de la sociedad catalana. Ese capital, como el del resto de España, se ha beneficiado de la crisis, ha callado mientras sus representantes en el gobierno catalán sacaban el conejo de la chistera y le toca ya pagar sus impuestos y hacer que los paguen las multinacionales y las corporaciones financieras para las que trabajan. Y el del resto de España, igualmente beneficiado por el truco de Cataluña.

Es el momento en que el capital que huyó de su responsabilidad social en 2008 elija: o se alcanzan nuevos consensos o nuestras sociedades seguirán el camino de las latinoamericanas, con unos pocos con todo y el resto casi nada.

Si España se desplaza socialmente al otro lado del Atlántico aumentará la violencia, dejará de ser un lugar alegre y confiado, perderá su atractivo turístico y al final a los hiper-ricos que queden solo les quedará Suiza donde ir.

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