La detención del ex presidente catalán Puigdemont cierra un lamentable episodio de nuestra historia reciente, en el que independentistas y corruptos han trabajado exclusivamente para sus propios intereses.
Por Felix Gil
Una sociedades complejas como la catalana y la española no pueden sostenerse y prosperar sin la existencia de acuerdos básicos sobre los derechos de las minorías.
Acabada esta fase, los catalanes tienen que respetarse todos y respetar a quienes no lo somos, lo mismo que los españoles hemos de respetar todas las opciones políticas, incluida la independentista, que ampara la Constitución en la medida en que prevé mecanismos de reforma que la harían posible.
Es el momento de la vuelta a la política, a la negociacion y al acuerdo, consustanciales a todos los que respetan y confían en la democracia como la mejor herramienta para la supervivencia y El Progreso de las sociedades.
Las fuerzas progresistas y nacionalistas han escrito siempre las pocas páginas de nuestra historia en las que la Libertad ha estado vigente, sea la I y II República o la Constitucion del 78.
La crisis que hoy entra en una nueva fase precisamente trae causa, entre otras razones, de la existencia de una separación de esas fuerzas en Cataluña y el resto de España.
Tenemos mucho que hablar.
Correo de la Tarde 